Viñetas del Río Reconquista

Una travesía desde la plenitud al ocaso de “Nuestro Río”

Introducción

Cuando mi papá me comentaba que iba a pescar al Riachuelo, no lo podía creer. No es que dudara de su palabra, pero aún en mis recuerdos más infantiles, las aguas del Riachuelo eran ya un caldo espeso saturado de aceite, SAM_1001petróleo y desechos malolientes. Costaba imaginar que alguien que me llevaba algo más de treinta años, pudiera haber disfrutado de un picnic en la isla Maciel, o de la pesca a la sombra de un sauce.

Del mismo modo, es probable que quien lea estas viñetas, le cueste imaginar que tan solo sesenta años atrás, alguien haya podido navegar, pescar y practicar natación en el Río Reconquista. Sin embargo así fue y si algún valor y sentido tiene este relato, es el de dar testimonio y llamar humildemente a la reflexión sobre el grave deterioro, la pavorosa devastación de la especie humana sobre el planeta.

La tierra cruje bajo nuestra desaprensiva actitud. Las plantas de tratamientos cloacales suelen tener bypass, atajos para llegar al río. La mayoría de las industrias contaminantes desvían a los arroyos y pequeño afluentes aguas gravemente contaminadas. Muchas pequeñas empresas y cuentapropistas tienden a deshacerse por “izquierda” de residuos tóxicos. Pero también los simples ciudadanos solemos tener actitudes desaprensivas, que a pesar de su escala mucho menor, son igualmente graves. En primer lugar porque la indolencia individual es generadora de una sociedad indolente, es funcional a ese modo de actuar. En segunda instancia, los cambios positivos no van de mayor a menor sino exactamente a la inversa.

Los fenómenos naturales más serios, las inundaciones, las sequías, en general el cambio climático, constituyen una importante llamada de atención, una campana de alarma, una preciosa oportunidad para analizar desde una nítida perspectiva los desatinos de la sociedad en que vivimos y hemos naturalizado, así como también, las propias incongruencias personales, que al menos en mi caso, no son pocas.

Asumir un compromiso con la necesidad de un cambio humanista y respetuoso de la naturaleza es verdaderamente importante. Luchar contra un aspecto indeseable es un modo de comenzar a luchar contra todos ellos.

Tengo la más absoluta certeza de que “Nuestro Río” se va a sobreponer al actual oprobio o al que lo hemos sometido. Al ocaso le ha de seguir la alborada. La gran duda es si lo hará con ayuda de la especie humana o tendrá para ello, que liberarse de los sapiens sapiens, llamativamente la especie más “inteligente” que ha poblado el planeta Tierra.

Luis Brunati – Eleonora Baffigi

Buenos Aires, 19 de enero de 2016.-

 

El Reconquista fuente de vida

De General Paz y Rodó a Paso del Rey

Nuestra familia llegó en mayo de 1958 a Villa Gral. Zapiola, una zona de casas quintas, cercana a la estación de Paso del Rey, en el partido de Moreno. Nuestros padres venían de un duro revés económico y la elección del apartado sitio donde recalar estaba a mitad de camino entre la idealización que la gente de la ciudad suele hacer del “campo” y los escasos recursos, sin embargo para mí fue muy bueno. Algo así como una oportunidad excepcional de contacto con la naturaleza, la aventura y un mundo agreste.

La casa era una típica casa de fin de semana, convertida por imperio de la necesidad, en vivienda permanente. Era una de las cuatro casas que había en toda la manzana, con gran cantidad de frutales, árboles ornamentales, parque y huerta.

Por esos años en Zapiola vivían en forma permanente muy pocas familias. Para tener una idea del pequeño vecindario, bastaría decir que la escuela Hipólito Yrigoyen, número 2 del partido de Moreno, en que cursé los dos últimos años de la primaria, tenía sólo dos aulas, para cubrir en turnos diferenciados todos los grados.

Eran fracciones de tierra bastante grandes. Lo típico de esa época era un cuarto de manzana, aproximadamente, pero también es cierto que a poco de llegar, comenzó el gran boom inmobiliario y con él las subdivisiones y los loteos de parcelas mucho más pequeñas. De las manzanas de cien metros por cien metros, donde antes había un promedio de cuatro fracciones, se pasó a cuarenta lotes de diez metros de frente. Un verdadero desatino, con exclusivo fin de lucro.

Sin embargo, aún en ese contexto, el Río Reconquista continuaba siendo el más importante argumento de venta y así era la publicidad para atraer posibles compradores. En la película “Nuestro Rio” (https://brunati.com.ar/peliculas/) se muestran algunos materiales de propaganda de ese tipo, en que la proximidad del Rio y las posibilidades de disfrutar de él eran utilizadas como atractivo central.

“Sobre el camino de la ribera”, “A pocos metros del hermoso Rio Reconquista y su maravillosa costa arbolada”. “Aprenda a nadar en el Rio Reconquista”. “Campeonato de natación en el Río Reconquista”

Obviamente, para presupuestos menores, había lotes más baratos, pero a cien o doscientos metros. Exactamente igual a lo que sucede actualmente en los balnearios de la costa atlántica.

Con Félix Brunati, mi papá y mi hermano Queto fuimos a uno de esos loteos que se realizaban por el sistema de remate, a viva voz, al amparo de una gran carpa circular ubicada sobre los mismos lotes en venta. Creo que la idea era ver si podíamos comprar algo más cercano al río, pero no había caso, los lotes pegados al río terminaban costando una fortuna o quedaban “reservados” para ser comercializados de algún otro modo a valores más altos.

Los recreos

Era una de las importantes actividades de la zona con gran afluencia de público, sobre todo en primavera y verano, aunque en general ofrecían servicio durante todo el año. Eran grandes extensiones a la orilla del río, con mesitas de cemento o madera y una parrilla cercana para hacer asado.

De hecho, luego del colapso económico de IRMA (Industrias Metalúrgicas Reunidas Argentinas), la empresa de la familia, y antes de comprar nuestra casa en la zona, nuestra madre, Rosalía Elsa Chiora, organizó un picnic en Paso del Rey, a pocos metros del puente ferroviario y al costado del recreo existente, porque las finanzas de la familia en ese tiempo apenas daban para el pasaje de tren desde la estación de Liniers.

Fue allí, después de ese día maravilloso a orillas del Reconquista, que nuestros padres se animaron a pensar en la zona como posible destino de vivienda.

Era muy lejos de donde vivíamos, pero creo que lo vieron como toda una aventura. Una posibilidad de dejar atrás la triste historia de la malograda empresa y el desafío de una “nueva vida”. Pocos meses después estábamos instalados en Villa Zapiola, a unos tres kilómetros de Paso del Rey en el partido de Moreno.

En “La Villa”, como pomposamente, nuestros vecinos y nosotros nos referíamos a Zapiola, también había un recreo, pegado al “Puente Falbo”, que aún existe. Lo que ya no existe es el “Recreo de González”.

Hasta allí íbamos a pescar y a nadar.

La casa paterna estaba a cuatro cuadras del río, en la esquina de las calles Del Carril y O´Brien y a unas diez cuadras del “Recreo de González”, como dije ubicado a la vera del “Puente Falbo”, pero en la margen opuesta, o sea que el recreo estaba en el partido de Merlo, pues el Río Reconquista divide ambas localidades.

En época de primavera y verano, los recreos se colmaban de gente y era común que las mesas y las parrillas no dieran abasto, a raíz de lo cual, la gente tendía sus manteles debajo de la añosa arboleda, sobre lo que de muy chicos conocimos como “el camino de sirga”.

Entre las atracciones que el río ofrecía y hacian volar nuestra imaginación, figuraban : el Puente Marquez y su pasado histórico, con la posibilidad de encontrar allí algún hipotético sable abandonado; el club nudista; el viejo castillo de “La Villa”, en la zona del “Reposo” y el impactante y silencioso “cementerio de perros”, con sus lápidas y monolitos.

En ese tiempo era frecuente que se hablara del proyecto “ya aprobado” de canalizar el Reconquista para hacerlo navegable y de los cuantiosos beneficios que ello habría de acarrear; del aprovechamiento de la fuerza motriz del río a partir del emplazamiento de un tajamar; de un gran recreo, mucho más importante que los conocidos en la zona, supuestamente emplazado río abajo y un club de regatas que nadie había visto, pero que hacía la envidia de los lugareños. Con los años, cuando filmamos “Nuestro Rio” pude comprobar con gran alegría que muchas de aquellas cosas que habían animado tanto nuestra adolescencia e impulsado la imaginación, realmente existían.

La verdad es que toda la costa del Reconquista era paradisíaca, sin embargo, en Zapiola de lo que más se hablaba era de un lugar de ensueños llamado “Lago del Bosque”, y una siesta de verano hacia allá fuimos. Desde el lugar donde nosotros vivíamos, Lago del Bosque quedaba río arriba y sobre la margen del otro lado. El lugar era una verdadera maravilla, donde la naturaleza y la cultura se habían dado la mano para producir algo aún más encantador de lo que los más entusiastas nos habían comentado.

Después de conocer Lago del Bosque, sentí un deseo incontenible de navegar el Reconquista. Yo tenía 12 años, cero posibilidades económicas pero una fuerza de voluntad incontenible, de modo que me propuse construir un bote. Nuestro padre, que en ese momento trabajaba en una empresa de autopartes subsidiaria de Peugeot y Citroen, me trajo de allí cinco o seis tablas y con ellas comencé a trabajar. Leyendo un viejo libro de carpintería de ribera aprendí a curvar las tablas y a calafatear con hilo de algodón y abayarde .

Aunque no pude comprar ni abayarde ni clavos de cobre ni ninguno de los productos -para mi prohibitivos- que vendían en Guanzirolli, quizá el último almacén naval de la ciudad de Buenos Aires, un buen día el “Pampero”, mi primer “barco”, estuvo listo.

La verdad es que pesaba mucho para mis 12 años y los 10 de Queto, así que le colocamos un par de rueditas y salimos por primera vez, dispuestos a transitar las cuatro cuadras que nos separaban del Río. Uno tirando de un cabo fijado en la proa y el otro empujando desde el espejo de popa.

El trayecto por la calle de tierra (actual O´brien) se hizo interminable, pero llegamos. Lo botamos y navegamos un rato y aunque el Pampero hacía un poco de agua, la experiencia fue todo un éxito. Esa primera tarde a la cual se seguirían varias más, concluyó con Rosalía y Felix yendo al río a buscarnos poco antes del crepúsculo. Allí creo que aprendí de mis padres una lección invalorable. Era obvio que estaban preocupados por nuestra prolongada ausencia de casa, pero cuando llegaron a la costa del río y nos vieron acarreando el bote de regreso, nos felicitaron y ayudaron a realizar el trayecto. No hubo reprimenda ni caras largas. En casa, con responsabilidad, se podía hacer lo que fuera. Creo que todo o casi todo estaba permitido.

“Limpieza” del cauce

Un día de aquellos, en un horario inusitado, González, el hijo del dueño del recreo de Puente Falbo llegó a nuestra casa desesperado. En ese tiempo él era Presidente de la Sociedad de Fomento de Villa Zapiola y nuestro padre Tesorero.

“Don Brunati están aniquilando el río…”

Nuestro padre hacía un esfuerzo por comprender las palabras de González (h) , en tanto que mi hermano y yo observábamos la dramática escena, de la cual no se desprendía con claridad cómo podían destruir el río, pero sí era evidente que algo muy grave estaba sucediendo. Al hombre se lo veía mal. Fuertemente afectado. Decía que estaban derribando los árboles. Al parecer, se trataba de alguna empresa o gran cuadrilla destinada a derribar la vieja arboleda desplegada a ambos lados del cauce. Nos decía que se estaban llevando los robles y otras maderas de valor y dejaban tirado el resto, de manera que sin pensarlo más, nuestro padre, acompañado por González salió para el lugar y nosotros nos sumamos a la comitiva.

Durante el trayecto hasta el río, González, fuertemente excitado, no paraba de hablar, pero cuando llegamos al puente, todos quedamos mudos y paralizados.

La escena era escalofriante. Un bosque arrasado que se extendía hasta donde llegaba la vista, árboles apilados unos sobre otros del modo en que habían ido cayendo. Lo más probable es que hubiera sucedido ese mismo día o como máximo, uno o dos días atrás, porque las hojas devolvían aún vitalidad, pero el olor a madera muerta era aterrador, insoportable.

Nunca pude olvidar aquel olor. Fue como si la cruel fragancia del bosque asesinado estuviese gritando a través del aroma a madera muerta. Lo que hasta sólo unos días o unas horas atrás, había sido un hermoso bosque de añosa arboleda a ambos lados del río, se había convertido en una abominable alfombra verde de árboles abatidos, acostados.

Aunque costó, caminamos un rato sobre el tendal de troncos, ramas y hojas. Ya no había “Calle de la Ribera”, ni camino de sirga. Ni siquiera el curso de agua era claramente visible.

Ese día el río, Nuestro Río, cambió para siempre y algo en mí también.

Al parecer la primera tarea había sido derribar, lo cual para nuestra sencilla mirada de simples vecinos, se había realizado con “eficiencia” extrema y en tiempo record. Los vecinos que habían presenciado la despiadada demolición vegetal, hablaban de máquinas de aserrar. Las motosierras no eran aún conocidas, pero resultaba obvio que para producir semejante matanza en tan escaso tiempo, se debió utilizar maquinaria. Luego de unos días comenzaron a retirar la madera, al parecer, comenzando por la más valiosa.

A González y a mi padre les llevó bastante tiempo volver a articular palabra. Era como moverse en un escenario macabro, cruel, incomprensible. El dantesco paisaje nos dejó a todos perplejos, pero mucho más que la propia desolación me impactó ver a esos dos hombres con los ojos vidriosos, tratando de disimular la terrible afectación.

La depredación se extendió a todo el cauce del río entre el Puente de la vieja ruta 7, hasta el Puente Falbo, unos tres kilómetros, pero luego continuó río abajo.

El comienzo del fin

A decir verdad, desde hacía algún tiempo, nuestros ojos habituados a ver el río habían comenzado a observar cambios alarmantes. Primero fueron pequeños manchones de espuma que pasaban flotando por el curso del río. Luego comenzaron a pasar lo que parecían ser trozos de grasa animal e incluso el agua había comenzado a oler diferente. De golpe ya no daba ganas de bañarse ni de pescar. Según se decía, tenía que ver con algún frigorífico radicado río arriba, cerca de Cascallares.

Cascallares era un balneario verdaderamente hermoso que yo había conocido algunos años atrás, antes de imaginar que algún día, nuestra familia habría de radicarse en Moreno.

También se hablaba de un tiempo remoto en que el agua habría sido transparente, pero eso nunca fue así. Por supuesto que antaño había sido bastante más limpia y los mayores hablaban con nostalgia de ese tiempo, pero tampoco pueden haber diferido tanto de las aguas del resto de los ríos pampeanos como para asemejarse a las aguas de deshielo propias de los cursos andinos. Como quiera que sea, ya en los años ´50 había conciencia de cierto deterioro y de eso se solía responsabilizar al “leprosario” de General Rodríguez, sin duda por razones más atávicas, pero para quienes teníamos con el río un contacto muy asiduo, el gran cambio vino con los frigoríficos y sobre todo con la creciente desaprensión respecto del Reconquista.

A eso se agregó luego el agua proveniente de las curtiembres, industrias y los vertidos cloacales con escaso o ningún tratamiento, pues en la actualidad casi todas las plantas de tratamiento de efluentes tienen su bypass o derivación semiclandestina, a pesar de tratarse de organismos públicos.

No obstante, en términos personales, si tuviera que marcar un antes y un después, tomaría en cuenta el efecto nefasto de la tala total e indiscriminada de árboles. Eso sí fue una especie de tiro de gracia.

Con los años habría de enterarme que la “rápida y eficaz limpieza del cauce”, tuvo que ver con lo quizá haya sido el primer “corte de ruta” en la zona, cuando los vecinos de Paso del Rey interrumpieron el viaje del Gobernador Oscar Alende hacia Lujan, para reclamar obras destinadas a “resolver” el problema de las inundaciones, que por esos años fueron importantes.

Verdad y consecuencia

Una vez arrasada la costa, inmediatamente después de despojada absolutamente de árboles, la velocidad de escurrimiento de las aguas no tenía más remedio que mejorar, no obstante, con el correr del tiempo, el “remedio” terminó siendo falta una palabra y desastre.

Sucede que la añosa vegetación, en gran medida natural, pero también la exótica, integrada por especies plantadas por los vecinos de la ribera, además de generar un paisaje de ensueño, grato para caminar, acampar y pasar el día, impedía el crecimiento de

pastizales, arbustos y follaje bajo. O sea que la costa del Reconquista se mantenía naturalmente limpia con los caudales típicos, en tanto que durante las crecientes, el caudal de drenaje del río dentro de madre, alcanzaba valores razonables.

Luego de la “gran limpieza” en cambio, comenzó a desarrollarse un importante follaje bajo. Primero fueron pastos, hierbas, especies arbustivas, mezcladas con retoños de la vieja vegetación, lo cual terminó generando una barrera muy difícil de franquear tanto para el desplazamiento de personas, animales y obviamente para permitir el escurrimiento de las aguas.

A nosotros que habíamos continuado yendo al río por la calle de casa (actual O´brien), con el “Pampero” a cuestas, nos costó mucho bajar la barranca para llegar a colocar el bote en el río, a pesar de que había algo de creciente. Navegamos un buen rato por el caótico cauce ya carente de belleza y finalmente, en un acto que tuvo tanto de espontáneo e impensado como de gesto litúrgico, colocamos los remos sobre la embarcación, le sacamos el cabo de fondeo y la dejamos correr rio abajo. Mientras la miraba alejarse hasta que se perdió de vista, pensé que quizá a alguien podría llegar a servirle y me sentí contento de dejarla en libertad en procura de algún hipotético nuevo dueño.

Las escapadas a nadar en el Reconquista se habían terminado un buen tiempo atrás, lo mismo que la pesca, pero ese día se terminó el sueño de navegar el río hasta la desembocadura.

Costa desangelada

Con el correr de los años se realizaron distintos trabajos sobre la cuenca del Río Reconquista, tendientes a disminuir el impacto de las inundaciones. Río arriba, tres represas de las cuales hablaremos más adelante. Rio abajo limpieza, desobstrucción y “dragado” o mejora del cauce, con importantes inversiones, no obstante, en ninguna de ellas se advirtió inquietud alguna por devolverle al río, aunque más no fuera en parte, la belleza que le fuera arrebatada.

Las costas son hoy simples terraplenes cuya inclinación está relacionada con el rendimiento operativo de la maquinaria utilizada. Desde el punto de vista del escurrimiento de las aguas, es indudable que cada cosa que se realiza en alguna medida y por algún tiempo, colabora, sin embargo nunca le fue devuelto aquello de lo cual la naturaleza lo había dotado y el homo “sapiens” le arrebató.

Esa es una deuda sin saldar y no con el río, sino con nosotros mismos. Con lo que esperamos de nuestra sociedad, las relaciones humanas y la necesidad de un futuro mejor.

¿Destino de cloaca a cielo abierto?

La cultura ribereña no es sencilla, pero aporta al ser humano importantes ventajas. Eso fue lo que determinó que muy numerosos asentamientos urbanos se organizasen desde el principio de los tiempos en la proximidad de los ríos. Sin embargo, en la misma medida que el afán de lucro, la falta de planificación adecuada o lo que es peor una planificación desarrollada y centrada en función de los negocios inmobiliarios, invirtió los términos de la ecuación y terminó por convertir al río en un adversario.

De la publicidad basada en la proximidad del río, vigente hasta la década del ´50 pasamos a la publicidad adversa. A partir de allí y de los efectos causados por las inundaciones o mejor dicho, por la comercialización irresponsable de zonas inundables o irresponsablemente autorizadas, surgen nombres tendientes a establecer distancia con los ríos. Los nombres de los barrios tenderán a ir precedidos por adjetivos como lomas, altos y palabras que den una idea de “altura”.

Esta historia no me la contó nadie, ni viene de tiempos remotos. Tiene que ver con mi propia relación con el río y mi tiempo de vida. Aquí nomás, a pocas cuadras de donde hoy vivo y hasta hace unos pocos años atrás, hubo un río que era fuente de vida.

Para el ser humano, o quizá deba decir para la cultura occidental, la naturaleza fue asumida como algo caótico que debía ser ordenado, encauzado, domesticado, cuando en realidad nosotros mismos somos naturaleza y lo más que podemos hacer por ella y por nosotros mismos es tratar de comprenderla e intentar vivir en armonía. Lo mejor de nosotros es naturaleza.

Desde muy joven me impactó el hecho de que a un hijo nacido fuera de ciertas normas de vida consideradas “legales y morales”, se lo llamara hijo natural.

Mientras hay vida hay esperanza. No son pocos los especialistas que consideran que ya hemos traspasado el punto de no retorno. A mí se me ocurre pensar que aunque así sea, una sería la percepción de nosotros mismos, si lográsemos recapacitar acerca de nuestros propios desatinos como especie y lo descabellado del sistema capitalista, o por entender que no hay forma de revertir el fenómeno indeseado, pasáramos a dejar de batallar, a naturalizarlo.

 

Las inundaciones

Nuestras primeras experiencias

La primera relación con las inundaciones no tardó mucho en llegar. Nuestra familia llegó a Zapiola en mayo de 1958 y las crecidas se produjeron un año después.

Félix Brunati, nuestro padre, en esa época viajaba de lunes a viernes a Capital para cumplir con sus obligaciones laborales y al tomar el colectivo se enteró que el “servicio” estaba interrumpido en la zona de “la laguna”, también llamada “la carbonería”, lo que es hoy el barrio boliviano sobre la calle Dastugue. Más precisamente, la crecida del río que llegó a las vías del ferrocarril en el puente de hierro, interrumpía Dastugue en el tramo comprendido entre las actuales Morón y Martin Luther King. O sea que si el colectivo se dirigía de Paso del Rey a Zapiola, era necesario bajar en Dastugue y Morón. Allí subir a un carro con caballos que por una suma de dinero adicional, cruzaba la zona inundada, bajando los pasajeros en Luther King.

Nuestra Casa, ubicada en una zona bastante alta de Zapiola, nunca sufrió problemas a causa del río, por lo cual para ver los efectos de los desbordes debimos caminar en dirección al cauce, generalmente hasta Dastugue y Zapiola y desde allí hacia puente Falbo por el tramo de tierra de avenida Zapiola. Además, por esos años la zona se encontraba poco poblada, por lo cual si bien hubo algunos evacuados, afortunadamente no fuero demasiados.

El desborde más importante en desarrollo físico del área inundada y grave en dramáticas consecuencias, fue en 1985, en los meses de Junio y Octubre.

Represa Ingeniero Roggero

Las inundaciones de ese año generaron importantes reclamos, sobre todo provenientes de la zona de Paso del Rey y más particularmente barrio Arca. Allí se conformó la primera comisión de vecinos del río Reconquista, de los cuales llegué a conocer a los vecino Furchi, Camps y Barcia. Furchi documentó un extenso período de trabajos, gestiones e información, escritos a máquina con una característica inconfundible, estaba todo escrito con letra mayúscula, firmados por él con un sello que consigna la extensa denominación de la entidad, COMISION VECINAL MORENO – MERLO, PRO – OBRAS DE SANEAMIENTO, RECTIFICACIÓN Y CANALIZACIÓN DEL RIO RECONQUISTA

Los esfuerzos de la “Comisión del Río”, fueron importantes en relación a los primeros estudios de control de las inundaciones y los trabajos de Ingeniero Roggero, de los cuales la represa que hoy lleva su nombre fue la obra inicial, complementada más tarde con los embalses de los arroyos “Las Chozas” y “Durazno”.

El informe de Ernesto Furchi consigna una doble inauguración de la represa que terminó llevando el nombre del director de hidráulica que llevara adelante los estudios correspondientes y las obras, falleciendo antes de su conclusión. La primera inauguración se habría producido en 1971 en gobiernos de la dictadura. Otros informes establecen la fecha de inauguración al año siguiente. En tanto que los diques sobre los arroyos “Las Chozas” y “Durazno” habrían comenzado en diciembre de 1978 y entrado en funcionamiento entre 1980 y 1983, respectivamente.

Historia de las inundaciones

Trabajo de investigación realizado en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, con la colaboración de Juan Manuel y Julieta Inés Brunati-Segesdi, sobre las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, fue posible confirmar la siguiente información, tomando como referencia las publicaciones del diario “La Nación” y otras fuentes.

Año 1939

Se registran inundaciones durante el mes de octubre con picos del 8 al 11 y del 17 al 22

Día 8 de Octubre – Pag. 10 col. 1 “En Capital Federal se produjo ayer una fuerte tormenta.” De modo florido, el redactor de la nota habla de una jornada que comenzó agradable y desmejoró repentinamente, para culminar lloviendo en forma copiosa y cayendo granizo.

Día 9 de Octubre – Pag. 7 col. 1 “Las lluvias en Capital comenzaron a las 16 hs., de ayer, pero a las 23 ya habían caído 57,2 mm, llegando a la 1 am a acumular 89,1 mm.”

Dia 9 de Octubre – Pag. 10 col. 3 y 4 “Precipitaciones superiores a los 100 mm cayeron en la provincia de Buenos Aires” – A dos col., hay un mapa de la zona de lluvias.

Día 10 de Octubre – Pag. 11 col. 1 a 8 “El desbordamiento del río Las Conchas en el partido de Moreno. Las aguas cubren una extensión de más de 10 cuadras de ancho a lo largo del cauce del río”

Día 11 de Octubre – Pag. 7 col. 3 a 6 “Se inundó una extensa zona del partido de San Fernando. Ayer a las 16 hs., los camiones postales que traen el correo transatlántico a la aeroposta, tuvieron que volverse a la altura de la estación retransmisora de LR1 Radio El Mundo, por ser imposible el paso. Numerosos automóviles con destino a San Miguel y Campo de Mayo quedaron estacionados. El cadáver de un vacuno boyaba enredado entre los alambrados de los que apenas sobresalían del agua los postes más altos.”

Días 17, 18, 19 y 20 – Más información sobre desbordes e inundaciones de distintos puntos de la provincia de Buenos Aires.

Día 21 de Octubre – Pag. 8 col 1 y 2 “El nivel del Riachuelo” “Desbordase el Riachuelo y el arroyo Macie.”

Día 22 de Octubre – Pag. 9 col. 3 a 6 “En general está normalizándose la situación en diversas zonas afectadas por las inundaciones” – Hay 4 fotografías.

AÑO 1954

Día 28 de Junio – Pag. 1 col. 1 “Las lluvias causan inundaciones en muchos barrios.” “Barrios afectados: el bajo Belgrano, Morón (barrio Pavon), La Boca, Villa Lugano, San Fernando (desborde del arroyo Cordero), Bernal, Castelar y Bella Vista.

Dia 29 de Junio – Pag. 1 col. 3 “Las inundaciones en el Gran Buenos Aires” “Zonas afectadas por el desborde del Riachuelo: Villa Jardín, Villa Diamante y Villa Obrera.

AÑO 1959

Día 9 de Mayo – Pag. 6 col. 4 “Causó graves daños el intenso temporal.” “Zonas afectadas por el desborde del río Reconquista: Morón, evacuadas 100 personas, Lujan 143, San Andres de Giles 76, Castelar 8, Moreno 200, Merlo 170, San Fernando 1800. La regional número 1 de Morón informó que desbordó el río Reconquista, cubriendo las aguas el límite de Moreno con Merlo en una estimación de 26 manzanas.”

AÑO 1967

Días 5 al 10 de Octubre – Habrían sido las más trágicas de todas.

AÑO 1974

Día 17 de Febrero. Dicen que se robaron las cadenas de bronce, sin embargo la “Comisión del Rio” desmiente: “Nunca existieron tales cadenas. Las compuertas de la presa Roggero se accionan a tornillo”

AÑO 1985

El diario Clarín del 21 de Octubre titula en su portada con foto e importante espacio: “Bloquean la ruta 7. Un grupo de vecinos bloqueó desde ayer a la tarde la Ruta Nacional 7 entre Merlo y Paso del Rey. Protestan por la demora en la canalización del río Reconquista. Las últimas lluvias han causado una crecida similar a la de las grandes inundaciones de junio”

La medida de fuerza fue decidida en una asamblea popular celebrada el 20 de Octubre, pues ya se había producido un importante desborde en Septiembre a raíz de serias anomalías registradas en la presa Roggero y poco se hizo para evitar un nuevo episodio.

Los días 15 y 16 de noviembre las noticias y consecuencias de los desbordes vuelven a ocupar la primera plana del diario Clarín con un gran desarrollo interior.

La película “Nuestro Rio” documenta las graves negligencias que originan la tragedia y ese documental es utilizado en la Legislatura de la provincia para interpelar al Ministro de Obras Públicas y después se produce su renuncia.

 

“Nuestro Rio”

Origen de la película

Siempre sentí que algo debíamos hacer para devolver a río la plenitud e importancia que pocos años atrás había tenido y le habíamos arrebatado. De modo que cuando fui electo por primera vez diputado, entendí que había llegado el momento. El comienzo de mi mandato coincidió con la recuperación de la democracia y la enorme esperanza que ello despertó. Las palabras del Presidente Alfonsín, “con la democracia se come, se cura, se educa…”, verdaderamente representaban un sentimiento compartido y aunque había otras prioridades que atender, decidimos también iniciar una tarea tendiente al abordaje del “Control y aprovechamiento del Río de la Reconquista”, para lo cual la elaboración de una película documental me pareció una excelente propuesta.

Cuando surgió la idea de filmar un documental, lejos estaba de imaginar que un año después habría de registrar el derrumbe producido en la represa Ingeniero Roggero y la tragedia que ello ocasionó, y mucho menos que habría de exhibida y utilizar en el propio recinto de la Cámara de Diputados, como prueba de la irresponsable actitud que generó la horrible tragedia que habría de afectar a más de un millón de personas en toda la cuenca. Lo que sigue es la génesis de ese material fílmico.

Las primeras ideas

Tenía fresca en la memoria y los sentimientos, lo que el río Reconquista había sido en mi infancia y juventud y pensaba que era clave rescatar aquel valor. Dar testimonio. Ilustrar a las nuevas generaciones sobre la importancia de ese río que algunos pretendían “entubar para eliminar la cloaca a cielo abierto en que se había convertido” . Lo notable es que fuera gente de buena voluntad la que pidiera semejante locura, por lo cual resultaba no solo importante, sino además urgente comenzar una verdadera tarea docente, tendiente a reinstalar en el presente la idea de lo que el río Reconquista había representado.

Comenzamos a filmar con esa idea, como un acto militante, con el apoyo de vecinos y todo aquel que quisiera dar una mano, pero también utilizando el rodaje y la movilización producida en torno a él como parte del proceso de toma de conciencia, cosa que más adelante repetiríamos con otras películas. Es decir: la película no sólo considerada como material para exponer, para exhibir, para ser vista, sino como herramienta del proceso que todos como comunidad debíamos realizar.

Lo primero fue entonces tratar de filmar los pocos sectores en la cuenca del Reconquista que yo conocía como la palma de mi mano, donde el entorno hubiera sufrido menos la depredatoria actitud de nuestra especie. De esos lugares son las imágenes donde se ve a Klary y nuestros hijos caminando por la costa del río. Aunque podíamos ir a buscar imágenes similares en otros cursos de agua para ilustrar la belleza y valor de esa costa, parecía más categórico hacerlo sobre el mismo río y los lugares que de joven había transitado y que dicho sea de paso, ahora enero de 2016 aunque en mucho menor escala aún existen.

En esa misma idea recorrimos gran parte de la costa, desde Moreno hasta la desembocadura en Tigre, en búsqueda de esas imágenes, testimonio de un pasado de gloria.

Mientras caminábamos la costa en procura de esas imágenes, también aprovechábamos para registrar tolo lo contrario. O se los efectos de la deforestación en la degradación de la ribera, el deterioro del cauce por la forma de uso que se hizo de la maquinaria y diversas obras en construcción, como puentes, caminos y obviamente, el depósito de residuos domiciliarios, efluentes cloacales, industriales y demás atropellos.

Vimos camiones cisterna vertiendo líquidos en forma clandestina. Camiones volcando en el cauce y la orilla lo que parecían desechos de alguna planta elaboradora de aves (pollos). En pocos días de caminar se evidenció la necesidad de tomar muestras de los efluentes arrojados a río por particulares, organismos del Estado, los municipios y las industrias, pero tratando de documentar en forma fehaciente el modo en que ello se realizaba.

Mi idea era realizar una demostración práctica y visualmente efectiva, ya que los análisis químicos sólo arrojan guarismos matemáticos muy difíciles de valorar, sobre todo para los chicos donde imaginábamos que habría de proyectarse este material.

Fue así que contacté a Del Campo, un Escribano de la zona, que aceptó realizar la dura tarea de recorrer con nosotros la costa en procura de muestras, al tiempo que busqué asesoramiento acerca de cómo envasar, registrar las muestras y el tiempo disponible para realizar la experiencia en que había pensado, que consistía en tomar pequeños peces de la cuenca alta del río donde la contaminación es baja, para introducirlos en las muestras de agua tomadas en distintos puntos.

La intención era lograr actas notariales de lo que habría de arrojar esa experiencia en las siguientes 12 horas. Es decir, desde el punto de vista teórico y la organización, una compleja y acelerada carrera. En la práctica, lamentablemente habríamos de comprobar por encima de todas las previsiones, que iba a sobrar tiempo, dada la fenomenal contaminación de las aguas arrojadas al río.

Detenidos por colectar muestras de agua

En la compleja maniobra de obtener muestras de agua en distintos puntos de la prolongada cuenca del Reconquista, además del Escribano y yo con mi correspondiente identificación de Diputado dando cuenta de la obligación de ser reconocido como tal, también nos acompañaba un grupo de colaboradores, entre los cuales recuerdo a Mario Ranero, Augusto Sotelo, Roberto y Mario Barboza. Al realizar los trabajos correspondientes en el partido de San Fernando, detrás del frigorífico Cocarsa, fuimos detenidos por personal de la custodia privada del establecimiento y no hubo razones capaces de convencer a los celosos “vigilantes” de que no podían detenernos por estar fuera del frigorífico. Fue inútil mi invocación de la Constitución Nacional acerca de la libre navegación, la circulación por la ribera y demás argumentos. Nos llevaron detenidos a la oficina del establecimiento y debimos permanecer allí hasta que luego de consultar a alguien, el mandamás de la seguridad fue informado que estaba cometiendo una seria irregularidad, a partir de lo cual quedamos en libertad.

No existían aun los teléfonos celulares ni tampoco disponíamos de tiempo para invertir en protestas, por lo cual optamos por exigir la devolución de las cámaras y demás elementos secuestrados y continuar trabajando. No obstante pudimos apreciar grandes excavaciones destinadas a embalsar aguas servidas de muy desprolija construcción y alambrados que impedían el desplazamiento por las costas del río, aún en el supuesto de que las tierras a ambos lados del curso hídrico fuesen de propiedad del frigorífico.

Diseño de puentes, caminos, rellenos y demás obras

Otra de las cosas que registramos y que da cuenta de lo mucho que se ha retrocedido en materia de estudio y diseño, es la gran diferencia entre un antiguo puente ferroviario y los más modernos. Obviamente, los horribles diseños y proyectos más modernos no se deben a que los ingenieros hidráulicos hayan olvidado el teorema de Bernoulli o las leyes más elementales de la hidrodinámica, sino a algo mucho más grave, frecuente y “prioritario”: la rentabilidad y reducción de costos.

En relación a los puentes, rutas y caminos, el diseño hidráulico es más que lamentable, lo mismo que la alarmante desaprensión con que se rellenan humedales y sectores bajos de la cuenca.

Tanto el “Camino del Buen Ayre” como el llamado sistema de disposición final de residuos del SEAMSE son, a mi juicio, de deplorable diseño y no me atrevería a decir que eso es así sólo por el hecho de haber sido proyectados durante la sangrienta dictadura (1976 – 1983).

Como criterio general, me animo a asegurar respecto de los estudios y proyectos, que la búsqueda de “rédito” político, los “negocios” y el lucro, han desplazado del centro de las escena al interés público. No hace falta ser especialista para descubrir que todas las obras realizadas sobre la cuenca del río Reconquista, pero también sobre las demás cuencas, están directamente ligadas a la necesidad de rendimiento económico. La simple inclinación del perfilado de las riberas ha transformado a las mismas en barrancas intransitables. ¿Con que solvencia es posible hablar de

impacto ambiental? Cuando uno lee ciertos detalles en los pliegos de licitación, caben pocas alternativas, se trata de incapacidad, negligencia o sarcasmo.

Irrupción de la realidad

La película, que aún no se llamaba “Nuestro Río” – Ese nombre surgió poco antes de su estreno y a propuesta de “Rolo” Freyre, un amigo médico de Moreno de gran trayectoria – continuó su lento rodaje de fines de semana, hasta que un hecho inesperado obligó a cambiar drásticamente los tiempos y la orientación original.

La convergencia de un período húmedo y los trabajos de reparación en la represa Roggero obligaron a cambiar imprevistamente de planes.

Los vecinos involucrados en la filmación eran muchos y muy amplia la información que me llegaba a través de ellos y sus relaciones. Diría que la movilización que produjo la película funcionó un aceitado sistema de alarma.

La represa estaba en reparaciones por haberse detectado fugas de agua por filtración debajo de la mole de hormigón, según se me informó luego. Lo concreto es que una empresa se encontraba realizando obras y para llevar adelante sus trabajos, construyó una especie de represa provisoria de tierra por detrás del dique Roggero. Ese terraplén o ataguía cumplía la función de mantener el embalse controlado mientras se trabajaba en la base de hormigón. Sin embargo, no se indicó a la empresa hasta que altura debía desarrollarse ese terraplén, con lo cual en el mes de septiembre hubo un gran desborde ya que el terraplén fue superado y se produjo una de las inundaciones más importantes de la historia.

La magnitud del desastre obligó a la empresa a elevar el terraplén y eso efectivamente se realizó. Se elevó, al parecer nuevamente sin indicación precisa ni controles, en un metro cincuenta la altura del terraplén y con tierra sin compactar.

Los vecinos, plenamente conscientes de las posibles consecuencias de un derrumbe del embalse provisorio, mantuvieron una atenta vigilancia y un día me informaron que veían muy peligrosa la situación, al tiempo que no lograban atención de las autoridades municipales ni provinciales. A partir de ese dato fui a la represa acompañado de varios vecinos y los bomberos voluntarios de Moreno a verificar las denuncias y habiendo realizado la comprobación, entendimos extremadamente urgente exigir la intervención de la Dirección de Hidráulica y convocar una asamblea popular para informar a los posibles afectados y tomar las previsiones del caso.

En esa asamblea realizada el domingo 20 de Octubre en la intersección del río con la ruta 7, se decidió que una delegación viajase esa misma noche a La Plata a entrevistar a la guardia de la Dirección de Hidráulica, que se presumía atendida dado los numerosos desbordes producidos en la provincia.

Esa delegación, que yo integraba en mí carácter de diputado con Felisa de Clausen, Armando Pavanetto, Juan M Cabrera y Mario Ranero, salió de inmediato para La Plata, siendo la nota que se acompaña, suficientemente elocuente de la situación encontrada y las gestiones realizadas.

Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires.

La Plata, 21 de octubre de 1985

Sra. Vicegobernadora Arq. Elba Roulet

De nuestra consideración:

A la 1:50 del día de la fecha, una comisión integrada por la Sra. Felisa Clausen y los Sres. Armando Pavanetto, Juan M Cabrera, Mario Ranero, acompañados por el Diputado Luis Brunati, representando a los vecinos de Moreno, damnificados por el desborde del Río de la Reconquista, se hacen presente en la residencia de VE en cumplimiento de un mandato Popular resuelto por Asamblea realizada en la intersección de la ruta 7 y el mencionado rio, de la localidad de Paso del Rey, con intenciones de entrevistar a la Sra. Vice Gobernadora, tal cual fuera adelantado telefónicamente por el Sr. Diputado Brunati a las 23 horas del día 20 de octubre próximo pasado. En esa residencia somos atendidos por el Sargento Ayudante Ruiz y el Agente Cabrera, quienes nos ponen en contacto con una señorita, que no facilita su identidad y nos manifiesta que de acuerdo a instrucciones suyas, canalicemos nuestras inquietudes a través del Ministerio de Obras Publicas.

A las 2:05 am nos hacemos presente en dicho Ministerio solicitando conversar con la Guardia de la Dirección de Hidráulica, que supuestamente debería encontrarse en funciones a raíz de las graves consecuencias de los desbordes de los Ríos Reconquista y Matanza. El Sr. Porcel de Peralta, personal de vigilancia nos aclara que en ese momento es la única persona en el edificio del Ministerio y que no existe guardia alguna en la Dirección de Hidráulica, ni en ninguna otra dependencia del Ministerio.

Siendo las 3:30 hs. nos constituimos nuevamente en su domicilio para hacerle entrega de la presente Acta que firman al pie los arriba mencionados.

Sin otro particular la saludan atte.

Dado el hecho de no haber recibido respuesta satisfactoria alguna y ante la grave situación del terraplén que corría riesgo de ser superado por las aguas, decidí ir con la cámara al dique, para tratar de registrar el derrumbe si es que este llegaba a producirse con luz suficiente para filmar.

La espera fue muy prolongada, nada menos que 25 días en los cuales ni la empresa, el municipio o la Dirección de Hidráulica realizaron tarea alguna. Parecía una novela de ciencia ficción o suspenso donde un pueblo entero debe conformarse con rezar y como Damocles, rogar que la espada pendiente de una cerda de caballo no se cortara.

Lamentablemente, en esta historia, en la madrugada del 15 de noviembre de 1985 el terraplén fue derrumbado y ocurrió el más grave desborde de toda la historia del Reconquista, lo cual originó, luego de superada la dramática situación, un brusco y acelerado cambio de la película del Reconquista.

Se incorporó al equipo de sonido y edición nuestro amigo y compañero Juan Carlos Stecher, cuyo nombre no aparece en los créditos por cuestiones de tiempo y montaje. Filmamos las escenas necesarias para cerrar el film y otorgarle cierta coherencia y estrenamos el material en el salón de actos del Sindicato de Farmacia en la calle Rincón de la Ciudad de Buenos Aires, el 11 de abril de 1986, donde fue necesario realizar una segunda proyección para que pudiera ser vista por todos los que se dieron cita para el evento.

Luego del estreno y a pesar de que no llegamos a realizar una segunda copia ni en material fílmico ni en video, continuaron las proyecciones, habiéndose realizado 86 funciones en 60 días. Durante ese mismo lapso de tiempo, la película fue vista por más de 12.000 personas.

El 11 de junio de 1986, “Nuestro Rio” se convirtió en el primer material fílmico proyectado en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, con motivo de la interpelación que realizara al entonces Ministro de Obras Públicas.

Ficha técnica de la película

Título: “Nuestro Río”

Género: Documental

Tema: Análisis de las inundaciones y contaminación producidas por el Río de la Reconquista

Duración: 45 minutos

Material de filmación: Ektachrome Sound Movi Film-Eastman Kodak

Libro y dirección: Luis Pebrun (Luis Brunati)

Musica: original para este filme. Diego Boris y Carlos Viola

Relato: Mario Barboza

Participación: Clara (Klary) Segesdi – Roberto Pompei – Roberto Barboza – Mario Ranero – Augusto Sotelo

Entidades y personas que colaboraron y a quienes se agradece: Bomberos Voluntarios de Moreno – Social Club de Paso del Rey – Escribanía Del Campo – Periodico Para Ud. de Villa Gral. Zapiola Moreno – Juan Iucciolino – Hugo Guaux – María Machado

Técnico de Sonido: Juan Carlos Stecher

 

Prensa Nacional Película Nuestro Río

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