Asentada en razones de profundo contenido social y concretada por los trabajadores más llanos y de menores ingresos del hospital de Moreno, en la primera quincena de junio de 1973, “la toma” fue gravemente distorsionada e instalada en el imaginario colectivo, como un hecho delictivo perpetrado con extrema violencia e inconfesables fines de carácter subversivo, cuando en realidad se trató de una empírica pero muy valiosa experiencia de Gestión Social que fue capaz de resolver en algo más de tres meses los problemas que dieron origen a la demanda y avanzar en otras mejoras, prácticamente sin costo para el erario público.