Una travesía desde la plenitud al ocaso de “Nuestro Río”
Introducción:
Cuando mi papá me comentaba que iba a pescar al Riachuelo, no lo podía creer. No es que dudara de su palabra, pero aún en mis recuerdos más infantiles, las aguas del Riachuelo eran ya un caldo espeso saturado de aceite, petróleo y desechos malolientes. Costaba imaginar que alguien que me llevaba algo más de treinta años, pudiera haber disfrutado de un picnic en la isla Maciel, o de la pesca a la sombra de un sauce.
Del mismo modo, es probable que quien lea estas viñetas, le cueste imaginar que tan solo sesenta años atrás, alguien haya podido navegar, pescar y practicar natación en el Río Reconquista. Sin embargo así fue y si algún valor y sentido tiene este relato, es el de dar testimonio y llamar humildemente a la reflexión sobre el grave deterioro, la pavorosa devastación de la especie humana sobre el planeta.
La tierra cruje bajo nuestra desaprensiva actitud. Las plantas de tratamientos cloacales suelen tener bypass, atajos para llegar al río. La mayoría de las industrias contaminantes desvían a los arroyos y pequeño afluentes aguas gravemente contaminadas. Muchas pequeñas empresas y cuentapropistas tienden a deshacerse por “izquierda” de residuos tóxicos. Pero también los simples ciudadanos solemos tener actitudes desaprensivas, que a pesar de su escala mucho menor, son igualmente graves. En primer lugar porque la indolencia individual es generadora de una sociedad indolente, es funcional a ese modo de actuar. En segunda instancia, los cambios positivos no van de mayor a menor sino exactamente a la inversa.